Saltar al contenido
Portada » Noticias Juridicas » Cuando arrastras deudas de un matrimonio que terminó hace 30 años: la historia de Elena y su exoneración

Cuando arrastras deudas de un matrimonio que terminó hace 30 años: la historia de Elena y su exoneración

Este es un caso real tramitado desde Cristina te orienta y Orientación Jurídica y Administrativa.
Por respeto a la persona, los nombres y algunos datos personales han sido modificados.


1. Un matrimonio que acabó… pero cuyas deudas siguieron persiguiéndola

Cuando conocí a Elena, su matrimonio con su primer marido llevaba más de treinta años roto.

Se casó joven, en los años 80, en régimen de gananciales.
El matrimonio duró poco. Ella se separó a los pocos años… pero las deudas de aquel matrimonio no se separaron de ella.

Su exmarido compró un camión de segunda mano, abrió una cuenta con tarjeta junto a su padre, dejó un descubierto y se desentendió.
Aquello terminó en ejecuciones judiciales y órdenes de embargo que, con el paso de los años, se fueron acumulando sobre la nómina de Elena.

Durante décadas, trabajó mientras veía cómo le embargaban parte del salario por unas deudas que ella ni había firmado, ni había decidido… pero que la ley arrastraba por haber estado casada en gananciales.

En 2017, su vida dio otro giro:
por cáncer y fibromialgia le reconocieron una incapacidad absoluta permanente. Pasó a cobrar una pensión de algo más de 1.000 € mensuales, no embargable.

¿Y qué hicieron los acreedores?
Cuando ya no pudieron tocar su nómina, empezaron a retenerle todas las devoluciones de la Renta.

Como si el pasado nunca se terminara.


2. Ficha rápida del caso

  • Perfil: mujer de más de 60 años, casada en segundas nupcias, sin hijos a cargo pero con cónyuge enfermo.
  • Situación personal: incapacidad absoluta permanente por enfermedad (cáncer + fibromialgia).
  • Ingresos: pensión por incapacidad en torno a 1.030 €/mes.
  • Bienes: ninguno a su nombre; vive en alquiler.
  • Origen de las deudas: operaciones de su exmarido en matrimonio en gananciales (compra de camión, cuenta/tarjeta con descubierto), convertidas en ejecuciones judiciales.
  • Situación actual: sin bienes, con pensión inembargable, pero con retenciones recurrentes de devoluciones de IRPF y quiebra inminente por gastos de salud del marido actual.
  • Objetivo del procedimiento: conseguir la Exoneración del Pasivo Insatisfecho (EPI) y cerrar definitivamente unas deudas que llevaban décadas persiguiéndola.

3. Una vida entera cumpliendo… por deudas que no decidió

Elena siempre fue de las que “cumplen”.

Mientras pudo trabajar, lo hizo.
Durante años, soportó embargos en nómina por esas viejas deudas que venían de su primer matrimonio:

  • el camión que nunca condujo,
  • la cuenta que no usó,
  • el descubierto que no generó.

Aun así, el sistema la trataba como si todo hubiera sido cosa suya.

Cuando su salud se quebró y le concedieron la incapacidad, respiró un poco:
su pensión era no embargable.
Pero la tregua duró poco.

Cada campaña de Renta era lo mismo:

  • Presentar la declaración,
  • mirar cuánto le devolvían,
  • y ver cómo Hacienda retenía la devolución por aquellos procedimientos antiguos.

Mientras tanto, el marido actual de Elena empezó a tener también problemas de salud.
Más médicos, más gastos, más medicamentos.

Lo que antes era “ir muy justa” se convirtió en “quiebra inminente”:
no porque hubiera dejado de pagar caprichos, sino porque la salud en esa casa se había roto, y con ella el equilibrio económico.


4. Entrevista a Elena (ficticia, pero basada en lo que me cuentan muchas personas)

¿Qué es lo que más rabia te daba de toda esta situación?

Que las deudas no eran mías y, sin embargo, era a mí a quien perseguían.

Yo no compré el camión, yo no abrí esa cuenta con tarjeta, pero me tocó a mí pagar durante años por aquello.

Me dolía sentir que, por haber estado casada unos años en gananciales, estaba condenada de por vida.


¿Cuándo sentiste que esto ya no se podía aguantar más?

Creo que la gota que colmó el vaso fue una campaña de la Renta en la que nos salía una devolución que necesitábamos para pagar pruebas médicas de mi marido.

Cuando vimos que otra vez se la quedaban por las deudas antiguas, me puse a llorar en la cocina.
Pensé: “Es que ni enferma puedo tener un respiro”.


¿Cómo llegaste a la Ley de Segunda Oportunidad?

Una amiga me dijo:
“Oye, he visto que ahora hay una ley para que perdonen deudas a gente que no puede pagar, no solo para empresas”.

Yo pensaba que era para grandes empresarios, no para una pensionista como yo.

Buscando por internet encontré los vídeos de Cristina, donde explicaba casos de personas con incapacidad, pensiones, alquiler… y pensé:
“Por primera vez alguien habla de gente como yo”.


¿Qué pensaste en la primera conversación?

Tenía miedo de que me dijeran que ya no se podía hacer nada porque los juicios eran muy antiguos.

En vez de eso, Cristina me escuchó desde el principio:
me preguntó por mi salud, por cómo me afectaba físicamente todo esto, por los gastos de casa, por mi marido.

Luego, ya sí, bajó a la parte jurídica: me explicó que, aunque las deudas fueran viejas, seguían vivas a través de las ejecuciones y las retenciones, y que podíamos plantear la Segunda Oportunidad para cerrar esa etapa.


¿Qué fue lo más duro del proceso?

Volver a sacar a la luz papeles de hace tantos años.
Me hizo recordar una época de mi vida que tenía muy guardada.

También fue duro aceptar que yo, que siempre he intentado ser cumplidora, tenía que decir formalmente:
“No puedo pagar”.

Pero luego entendí que no era un fracaso, era poner por escrito una realidad que llevaba años arrastrando.


¿Qué te sorprendió para bien?

Me sorprendió ver que, aunque no tenía bienes, aunque “solo” tenía mi pensión, valía la pena iniciar el procedimiento.

Pensaba que como ya no me embargaban nómina, no había nada que hacer.
Pero no es verdad:

  • Por un lado, estaban las retenciones de la Renta,
  • y por otro, el peso psicológico de saber que aquellas deudas seguían ahí, como una sombra.

Cuando me explicaron que con la EPI se puede cerrar definitivamente ese capítulo, sentí que por fin podría descansar.


Si pudieras hablarle a alguien que lleva años arrastrando deudas viejas, qué le dirías?

Que el tiempo no lo cura todo si hablamos de deudas.
Si no se hace nada, siguen ahí, acumulando polvo en un juzgado, pero listas para reaparecer cuando menos lo esperas.

Y que no hace falta deber millones para pedir ayuda:
basta con que esa deuda te esté robando la tranquilidad, la salud y la posibilidad de vivir con un mínimo de dignidad.


5. ¿Qué problema jurídico había realmente en este caso?

Detrás de la historia de Elena hay varios puntos que muchas personas desconocen:

  • Estuvo casada en gananciales, por lo que ciertas deudas de su exmarido también le afectaban a ella.
  • Esas deudas se convirtieron en ejecuciones judiciales en los 90.
  • Durante años le embargaron la nómina.
  • Al pasar a pensión de incapacidad no embargable, los acreedores siguieron vivos a través de las retenciones de devoluciones de IRPF.
  • Elena no tiene bienes, vive en alquiler, y depende de una pensión ajustada mientras cuida a un marido con problemas de salud.

La Ley de Segunda Oportunidad y la posterior Exoneración del Pasivo Insatisfecho (EPI) permiten que personas en su situación:

  • pongan sobre la mesa todas esas deudas, aunque sean antiguas,
  • acrediten su buena fe y su situación de insolvencia,
  • y consigan una cancelación ordenada de aquello que ya es imposible pagar.

No se trata de “escaquearse”:
se trata de reconocer que seguir persiguiendo a alguien enfermo, sin bienes y con una pensión básica no tiene sentido ni humano ni económico.


6. Cerrar un capítulo que llevaba 30 años abierto

La historia de Elena no va de grandes números, sino de mucho tiempo:

  • muchos años pagando embargos por deudas ajenas,
  • muchos años conviviendo con el miedo cada vez que llegaba una carta del juzgado,
  • muchos años sintiendo que el pasado siempre encontraba la forma de volver.

La Segunda Oportunidad, en su caso, ha sido literalmente eso:
una oportunidad de cerrar un capítulo que nunca se había terminado del todo.

Si tú también llevas años arrastrando deudas antiguas —de un matrimonio pasado, de un negocio que ya no existe, de embargos que vuelven cada cierto tiempo—, quédate con esta idea:

No siempre es cuestión de cuánto debes,
sino de cuánto te está costando seguir viviendo con ese peso encima.

📩 Si quieres que veamos tu caso, puedes escribirme y contarme:

  • de dónde vienen tus deudas,
  • si tienes embargos,
  • qué ingresos y qué gastos tienes ahora.

Y desde ahí, con calma y con la verdad por delante, veremos si la Ley de Segunda Oportunidad y el EPI pueden ser también tu forma de empezar de nuevo.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *